La Pax Narca: la falsa paz que nos desangra
¿Cuándo se acabará? Parece que cada cierto tiempo llega un caso que impacta al pueblo y nos sacude brevemente, haciéndonos ver lo que el narco genera. Sin embargo, después de un mes vuelve a ser un tema ausente, aunque siga gritando en cada rincón. Un grito que persiste sin la visibilización que se le debe dar.
Vivimos el caso de los hornos clandestinos en Jalisco. ¿Qué medidas se tomaron? ¿Qué justicia se otorgó? Ninguna. Mientras tanto, los datos muestran que en Jalisco las desapariciones aumentaron un 251 % solo en el primer cuatrimestre de 2025, a pesar de que los homicidios bajaron un 18 %. ¿Esto suena a mejora? No, suena a una estrategia de invisibilización.
¿Cuándo vamos a generar un cambio real? Constantemente escuchamos cuentos a medias, promesas sin valor y falsas esperanzas. Y mientras se proclaman discursos oficiales, nuestros supuestos líderes cierran negocios con ellos: los narcos.
La Pax Narca, esa alianza implícita entre gobierno y crimen organizado, se presenta como una alternativa tentadora: bajar los niveles visibles de violencia para maquillar cifras. Y lo están logrando, al menos en papel. En el primer semestre de 2024 se registraron 15,243 homicidios, la cifra más baja desde 2017, según el INEGI.
Pero la pregunta no es cuántos cuerpos hay menos en la calle, sino qué tipo de “paz” nos están vendiendo.
¿Es paz vivir bajo extorsión, trata, desplazamiento y miedo solo porque hay menos balaceras? La violencia sigue allí, más silenciosa y más estratégica. El narco no solo asesina: también desplaza, rompe y destierra. Y el Estado, al permitirlo, no salva vidas: solo pospone funerales invisibles.
Según el Instituto para la Economía y la Paz, el crimen organizado le cuesta a México el 18 % de su PIB, una cifra monstruosa que revela cómo el narcotráfico no solo mata personas, sino también el desarrollo.
Mientras esto ocurre, el gobierno presume una reducción del 32.9 % en homicidios (de septiembre de 2024 a abril de 2025), pero el 70 % de los mexicanos dice sentirse inseguro, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública. Porque los números bajan, pero el terror permanece.
En vez de recuperar el control del territorio, el gobierno negocia con quien lo arrebató. Se borran partes del problema aceptando que las drogas se sigan distribuyendo como si fueran juguetes. Y el pueblo lo permite sin entender que para sostener la maquinaria del narco se necesitan millones de personas trabajando para él, muchas de ellas reclutadas desde la miseria.
Son los más necesitados, los más vulnerables, los que dan la vida por un trozo de pan. Y en vez de atender sus causas, se opta por criminalizarlos o invisibilizarlos.
¿Y las cifras que tanto presumen? Entre 2018 y 2024, el gobierno de López Obrador acumuló 199,619 homicidios dolosos y más de 51,000 desaparecidos, cifras récord. Y aunque la presidenta Sheinbaum afirma estar bajando los homicidios a 64.5 diarios, la realidad en las calles sigue intacta.
Porque bajar la violencia numérica no significa que haya paz real.
México sigue desangrándose, solo que en silencio.
¿Esto les parece suficiente?
¿Se sienten satisfechos con las migajas que el gobierno nos presume como éxito?
El país no necesita una “Pax Narca”, necesita memoria, dignidad y acción colectiva. Porque la paz que se construye sobre cadáveres invisibles no es paz: es rendición.
Y México no nació para rendirse.