Ambientalistas
Urge infraestructura adecuada para enfrentar el cambio climático
En 1824 el matemático Jean-Baptiste Joseph-Fourier elaboró la hipótesis de que un planeta del tamaño de la Tierra, en relación con su distancia del Sol, tendría que ser mucho más frío, por lo que dedujo que la atmósfera retenía parte del calor producido por la energía solar y eso explicaba la temperatura media de nuestro planeta, así como la diferencia de climas de un lugar a otro. Esta teoría elaborada hace ya dos siglos, sentó las bases de lo que posteriormente fue designado como efecto invernadero por el científico Svante Arrhenius en 1896, quien, basándose en los estudios de Fourier, determinó que la atmósfera actúa como el cristal de un invernadero que permite pasar la luz solar, reteniéndola en el suelo junto con el calor que esta provoca; además, postuló que los cambios en los niveles de Dióxido de Carbono (CO2) atmosférico podrían alterar sustancialmente la temperatura de la superficie del planeta a través de este efecto. En 1938, Guy Callendar relacionó los aumentos de este compuesto en la atmósfera terrestre y en 1956 Gilbert Plass formuló la teoría del Cambio Climático.
Este último descubrimiento estableció la pauta para señalar que el cambio climático que estamos experimentando ha sido provocado por las actividades humanas, debido al gran volumen de combustibles fósiles que se queman, produciendo con ello grandes cantidades de Dióxido de Carbono (CO2) y están quedan almacenadas en la atmósfera. Debido a ello la temperatura global ha aumentado 1.2 grados y, a consecuencia de ello, estamos viviendo eventos naturales extremos con mayor frecuencia e intensidad como sequías prolongadas, aumento en el número de huracanes y de mayor intensidad; precipitaciones copiosas que provocan deslaves e inundaciones en las ciudades, epidemias y extinción de especies. Este pronóstico fue hecho desde hace varias décadas por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y cada vez se hace más patente. Frente a este escenario, se han convocado reuniones internacionales denominadas Conferencias de las partes (COP) desde 1995 a las que asisten los líderes de las naciones dando como resultado firmar acuerdos para realizar acciones y con ellas atender este asunto de manera global.
Dicho lo anterior, puede tenerse este antecedente como una explicación a lo que está ocurriendo este año 2025 en varias partes del mundo con relación al exceso de lluvias, el cual ha provocado que el descontrol natural de los flujos abundantes de agua llegue a poblados ocasionando inundaciones, y en algunos casos hasta tragedias; sin embargo, no debe perderse de vista que esto se debe en gran medida a que zonas, que en algún momento fueron selvas, bosques o pastizales, al quedarse sin su masa vegetal y forestal, el agua escurre sin que nada la contenga ni detenga.
En el caso de Aguascalientes, las inundaciones se han hecho habituales; sin embargo, la intensidad de este fenómeno crece cada año y esto se debe a las modificaciones que se han hecho en muchas avenidas, mismas que fueron cauces de ríos o arroyos, como son los casos de Alameda y López Mateos, donde las inundaciones son frecuentes, incluso con lluvias moderadas. No está demás señalar que el agua busca sus flujos naturales siguiendo su propia dinámica territorial, pero esto no ha sido considerado en la expansión urbana en nuestra entidad, en la que se suman años de construcción sin respeto por las pendientes naturales ni por los cauces históricos, agravando el problema. Sin duda este es un “descuido anómalo” de las empresas inmobiliarias que no elaboran una buena planeación en la que se incluya la previsión y prevención de estos males, además de que el drenaje que instalan no está hecho para manejar los volúmenes de agua ordinarios, mucho menos los de la temporada de lluvias.
Claro ejemplo de esto es que en toda la zona oriente había cerros con abundante vegetación, y varias de las especies de árboles y arbustos que los cubrían se encargaban de retener el agua en sus raíces y de filtrarla a los mantos freáticos, con ello que hubiera suelos permeables; sin embargo, dado el crecimiento exponencial de fraccionamientos en esa zona, la región se ha quedado sin esa masa vegetal y forestal, por lo que cuando llegan la temporada de lluvia, el agua escurre sin freno alguno sobre las calles pavimentadas, arrastrando lo que encuentra a su paso y provocando inundaciones en varias de las zonas bajas de la ciudad.
En suma, podemos concluir que el cambio climático sí tiene algo que ver en el cómo están comenzando a manifestarse los fenómenos naturales; sin embargo, muchos de los problemas que las ciudades tienen se deben a la forma en la que están construidas, pues, no es la adecuada, ya que tienen un diseño deficiente que provoca que el agua se concentre en zonas problemáticas (como bajo puentes, pendientes y lugares por los que pasa la gente caminando, o en sus coches); el caso contrario se presenta en las temporadas de calor, periodo en que aumenta aún más la temperatura debido a que no se dejaron áreas verdes suficientes que puedan contrarrestar las olas de calor. Por lo tanto, es necesario que adoptemos con seriedad y responsabilidad la gobernanza en las zonas que habitamos haciendo, como ciudadanos, lo que nos corresponde (no tirar basura en las calles, barrer el frente de nuestras casas, pagar el predial, reportar anomalías que afecten la infraestructura pública, participar en foros ciudadanos, entre otras cosas) y exigir a las autoridades que realicen y transformen las ciudades en zonas mejor adaptadas al cambio climático, para con ello estar preparados a las eventualidades que puedan presentarse en el futuro.