El capacitismo como mal endémico institucional y social | Hablando de discapacidad por: Ricky Martínez

TE PUEDE INTERESAR

Hablando de discapacidad 

El capacitismo como mal endémico institucional y social

En la raíz de muchos de los problemas estructurales que enfrentan las personas con discapacidad en México -y particularmente en estados como Aguascalientes- se encuentra un fenómeno tan sutil como devastador: el capacitismo. Este término, todavía ajeno para muchos, se refiere a la discriminación y prejuicio hacia las personas con discapacidad bajo la suposición de que ser “capaz” bajo los estándares normativos es mejor, más deseable o más valioso. El capacitismo no solo se manifiesta en actitudes sociales, sino que se incrusta como un mal endémico en la forma en que instituciones, gobiernos, empresas y hasta movimientos activistas abordan la discapacidad.

El asistencialismo capacitista

Uno de los efectos más corrosivos del capacitismo es su traducción institucional en el asistencialismo, una práctica históricamente justificada bajo la lógica de la “ayuda”, pero que termina perpetuando la dependencia, el control sobre las decisiones ajenas y la negación de derechos. Este enfoque se sigue reproduciendo como norma en muchas políticas públicas en lugar de avanzar hacia una perspectiva de derechos humanos, tal como lo mandata la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU (CDPD), de la que México es parte desde 2008.

En lugar de promover autonomía, inclusión real y el diseño universal, lo que encontramos es un paternalismo institucional que entrega despensas, organiza “eventos especiales” o se regocija en entregas públicas de sillas de ruedas como si fueran gestos nobles, no derechos. Lo más preocupante es que ese modelo no solo es tolerado, sino que es promovido desde muchas dependencias que, al no contar con personal capacitado y especializado en el enfoque social y de derechos, perpetúan estas prácticas obsoletas y estigmatizantes.

La importancia del perfil profesional en las instituciones

En este contexto, es necesario reflexionar sobre los perfiles que encabezan y operan muchas de las áreas públicas relacionadas con la atención a la discapacidad. Si bien es cierto que hay personas comprometidas, con vocación y sensibilidad, también es evidente que en algunos espacios prevalecen designaciones que no siempre responden al conocimiento técnico o a la formación especializada en temas como accesibilidad, inclusión, diseño universal o derechos humanos.

Esta situación, que puede estar motivada por decisiones políticas o administrativas, no debe entenderse necesariamente como una mala intención, sino como un área de mejora urgente para que el trabajo institucional esté a la altura de los desafíos actuales. Se requiere cada vez más una profesionalización sistemática, con personal formado en los enfoques contemporáneos de la discapacidad, y con la capacidad de traducir estos marcos en políticas públicas efectivas, sostenibles y con impacto.

Reconocer la necesidad de fortalecer los perfiles no es un ataque, sino una oportunidad para crecer y para que las instituciones se transformen en espacios verdaderamente inclusivos, eficaces y con visión de futuro.

Cuando el activismo se vuelve monólogo

Y si del otro lado está la institucionalidad en proceso de maduración, el activismo tampoco se salva de una crítica necesaria. En los últimos años, han proliferado supuestos activistas de la discapacidad que -aunque es válido que partan desde su experiencia personal- confunden el testimonio con el dominio del tema. La experiencia vivida es valiosa, pero no es suficiente si no se acompaña de formación, lectura crítica y entendimiento de los marcos legales, sociales y culturales que rigen la lucha por la inclusión.

Es preocupante que muchas veces estas personas se limiten a dar conferencias o aparecer en medios repitiendo lugares comunes, difundiendo mitos, perpetuando estigmas o dando mensajes superficiales y emocionalistas que apelan al morbo o la lástima, más que a la transformación de conciencias. No son pocos los casos donde, incluso sin saber lo que es el modelo social de la discapacidad, estos discursos terminan hablando en nombre de una comunidad que necesita ser representada con dignidad, solvencia ética y rigor técnico.

¿Y las personas con discapacidad?

Ahora bien, es necesario también hacer una autocrítica desde dentro. No podemos hablar de derechos si algunas personas con discapacidad que tienen las condiciones físicas, cognitivas y contextuales para desarrollarse funcionalmente, eligen no hacerlo por comodidad, por miedo o simplemente porque han interiorizado la narrativa de la dependencia. La verdadera inclusión no es sólo una exigencia hacia el entorno, también es un compromiso interno por activarse, formarse y ser parte activa de la sociedad.

Esto no quiere decir negar los obstáculos reales, sino dejar de usarlos como excusa. Hay quienes, con discapacidad, hemos tenido que picar piedra, estudiar, capacitarnos, tocar puertas, y entendemos que nada llega solo. La inclusión no debe confundirse con privilegios: debe ser el resultado de oportunidades igualitarias aprovechadas con esfuerzo, voluntad y visión.

Un llamado a la profesionalización y la coherencia

El cambio verdadero solo será posible cuando se profesionalice cada eslabón del sistema: desde las políticas públicas hasta el activismo. Necesitamos instituciones con personal que domine el lenguaje de derechos humanos, accesibilidad universal, diseño inclusivo, y no que sigan organizando festivales para “los especiales” o entregando pelotas con el logo del partido político en turno.

Urge que las personas con discapacidad asumamos también un rol activo y crítico, que dejemos de aceptar las migajas del asistencialismo y empecemos a demandar lo que por derecho nos corresponde: salud, educación, trabajo, accesibilidad, justicia y participación política.

Y por supuesto, urge también que el activismo deje de ser espectáculo y se convierta en una plataforma real de transformación. Que se deje de romantizar la resiliencia y se empiece a exigir la dignidad.

La discapacidad no necesita compasión, necesita justicia.
No necesita héroes, necesita aliados.
Y sobre todo, necesita que dejemos atrás el capacitismo institucionalizado y social, y que abramos paso a una nueva forma de entendernos: desde la diversidad, desde la igualdad y desde el respeto.

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Recientes

Erat parturient curabitur gravida rutrum etiam per massa arcu sed

Inceptos phasellus magna et donec metus sodales tortor a tristique mollis habitant platea montes litora gravida lectus per lobortis tempus etiam non urna.
- Advertisement -spot_img

HOY EN LJA

- Advertisement -spot_img