Cuando ocurrió la Reforma Protestante, hecho que a principios del siglo XVI inauguró en Europa la diversidad religiosa y la reflexión humanística, una de las medidas tomadas por los disidentes del catolicismo romano fue la prohibición de fabricar imágenes, esto en seguimiento del primero de los mandamientos que Dios le entregó a Moisés en el Sinaí, quien sentenció: “No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra.”
Entonces los artistas plásticos se pusieron a temblar, ante la expectativa de quedarse sin trabajo. No más cristos crucificados, no más madonas asuntas al cielo, no más escenas bíblicas, nacimientos, transfiguraciones, bautizos en el Jordán, bodas de Caná (la de Caravaggio es, por decir lo menos, espectacular), etc.
La solución a su problema, por lo menos en la Europa protestante (Holanda, Flandes, Inglaterra, los conglomerados alemanes, etc.) fue reciclarse, y santo remedio. Dejaron de pintar escenas bíblicas e imágenes de santos de mirada lánguida y caída, etc., y se dedicaron a retratar a las personas y sus ajuares -trajes, joyas, casas-, las fiestas profanas, los eventos políticos, etc. También entonces se insinuó un nuevo tema, muy por detrás de los anteriores, pero que con el tiempo adquirió una gran relevancia: el paisaje.
De esta forma nació lo que podría denominarse, para usar términos modernos, un nicho de oportunidad. Quizá uno de los momentos cumbre ocurrió con el pintor inglés William Turner. ¿Y qué decir de los pintores impresionistas? La mayoría de ellos nos ofreció espléndidas vistas.
Entre nosotros el mejor de ellos fue José María Velasco, de fines del siglo XIX, con trabajos dignos de contarse entre los de grandes ligas del mundo. Velasco se especializó en el Valle de México y alrededores, aunque también anduvo por Oaxaca y algún otro lugar que escapa a mi memoria. Lástima que nunca viniera por estos lares. ¿Se imagina la maravilla que habría creado con este paisaje que le muestro, una imagen del Valle de los Romeros?
La fotografía fue tomada desde esa protuberancia que llaman El pabelloncito, un montículo que destaca entre los relices por su altura, unos 4 o 6 metros, un gran árbol y una cruz que en años recientes fue profusamente iluminada. El pabelloncito, visible desde prácticamente cualquier punto del valle, incluso desde el edificio administrativo de la UAA, según fotografía que obra en mi poder, es un orgulloso elemento de identidad de la gente de Pabellón de Hidalgo, Rincón de Romos, a cuyo pie se encuentra, al oriente de la Presa de San Blas, que se observa en primer plano.
La cámara fue dirigida hacia el noreste. Por esta razón de Pabellón de Hidalgo aparece la mitad, con la plaza y la parroquia a la derecha, casi en el borde de la gráfica. Mi intención al tomar la foto así fue ubicar en el centro, al fondo, la Sierra de Tepezalá, con el cerro de Altamira hacia el centro, y el de San Juan al lado derecho, y si en el Ombligo de la Luna tienen su Idilio de los volcanes, nosotros tenemos nuestra propia versión; faltaba más, porque mientras no ocurra un cataclismo, estas montañas seguirán acompañándose durante millones de años.
A la derecha, al fondo, se ubica la Catedral del Progreso, la cementera, con su cauda de destrucción del entorno ambiental, tal y como se aprecia en las partes brillantes, a derecha e izquierda de esta, donde la extracción de piedra está dejando los cerros en carne viva, es decir, piedra viva, sin la piel que le otorga al planeta la flora. Lo mismo ocurre con la instalación productora de energía solar, ubicada en el valle, entre ambas montañas, que en principio parecería un lago, que será muy limpia, la energía, pero que arrasa con la flora y la fauna.
A la izquierda, en primer plano, se observa el canal que conduce las aguas de la Presa Calles hacia los sembradíos del distrito de riego No. 1, en los municipios de Pabellón de Arteaga, Rincón de Romos y Tepezalá.
Finalmente, tal vez alcance a observar, en la parte izquierda, justo en la línea de las montañas azules del fondo, el aguacero que está cayendo, ¡oh maravilla del verano! (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).