- Lilia Gómez encontró en el tamal no solo un alimento tradicional mexicano, sino una oportunidad para crear comunidad, generar ingresos y acompañar a otras mujeres en contextos similares al suyo. Su proyecto, TamalizArte, nació hace apenas ocho meses, pero su historia tiene raíces profundas que la conectan con un legado familiar y un propósito claro.
“Todo comenzó hace 16 años con el emprendimiento de mi mamá, conocido como Tamales Gómez. Gracias a ese negocio, pude pagar mi universidad y convertirme en licenciada en Psicología. Nunca imaginé que años después retomaría ese camino, pero esta vez con una visión distinta”, comparte Lilia.
La idea de regresar al mundo del tamal surgió por necesidad, pero también por convicción: “Quería acompañar de cerca a mi hijo en situaciones vulnerables, y entendí que el emprendimiento podía darme la libertad de estar presente y, al mismo tiempo, construir algo propio”.
Así nació TamalizArte, un proyecto que busca resignificar la manera en que se cocina, se vende y se valora el tamal mexicano. “Muchas veces lo desvalorizamos, no conocemos todo el proceso que implica ni la riqueza cultural que representa. TamalizArte nace para recordarnos que este alimento está profundamente arraigado a nuestras raíces”, afirma.
Actualmente, Lilia ofrece una amplia variedad de sabores, desde los tradicionales hasta propuestas innovadoras como los tamales fit, pensados para personas con necesidades alimenticias especiales. Pero más allá del producto, lo que distingue a su emprendimiento es su propósito: generar una red de mujeres que, como ella, sean madres y busquen emprender y maternar al mismo tiempo.
Aunque aún se encuentra en fase de validación del modelo de negocio, ya cuenta con tres esquemas de venta: directa, alianzas comerciales y participación en eventos. Además, está abierta a que más mujeres se sumen al proyecto: “Por ahora, quienes estén interesadas pueden contactarme en redes sociales. Estoy dejando mis tarjetitas por todos lados, porque lo que más deseo es que esto se convierta en una comunidad”, dice entre risas.
Sobre los retos de emprender, Lilia es honesta: “No es lo mismo recibir un sueldo fijo que tener que tocar puertas todos los días. Requiere disciplina, constancia y mucha fe en tu proyecto. Pero también es una forma de empoderarte, de decidir tu rumbo y construir desde la libertad”.